Primero de los cuentos de las estaciones en el que una profesora de filosofía conoce una chica que quiere presentarle a su padre en Paris. Rohmer crea un espacio para desarrollar los personajes, darle libertad a los actores y fluidez a los diálogos donde el azar juega un papel que permite afianzar las actitudes. En este film tal vez se muestra más luminoso y optimista que de costumbre, pero una vez finalizado el relato, queda la impresión de que algo realmente ha cambiado.