Drama en el que una mujer visita a su madre en una clínica mientras su esposo lleva a su hijo a la playa en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. A partir de una fotografía con lente aplastado, de una extraordinaria utilización del sonido y del imperceptible fluir del tiempo, el film crea una sensación de extrañeza que por momentos se vuelve surreal. La extraña belleza de las imágenes va más allá del mero experimento formal. De Oliveira Cézar se suma al grupo de Ana Poliak y Santiago Loza como la vertiente más vanguardista del cine argentino de la década de 2000.