Cuento de terror en el que un grupo de amigos tratan de escapar de un reptil gigante que ataca New York. Parece que las ideas se han acabado en Hollywood para recurrir al planteo visual de The Blair Witch Project (1999), resucitar los monstruos de la ciencia ficción de la década de 1950 y agregar un poco del Godzilla de Emmerich y venderlo como el primer blockbuster del año. Para hay un detalle que los guionista y los productores no consideraron. Los actores, los personajes y los conflictos televisivos es mejor que permanezcan en la pantalla chica. Seriamente, ¿hay alguien que le interese la fiesta de despedida de uno de los personajes, la relación de los amigos comprometida en una noche y que haya un personaje con una cámara que graba todo? Aparentemente creyeron que sí. Por lo demás, las escenas de masas, corridas y explosiones, las escasas duración y pretensiones del producto, la iluminación natural, la textura de video y un par de secuencias e ideas (el subte, el rescate del edificio) invitan a la simpatía como cualquier producto de serie B. Pero la gracia de este tipo de films es que realmente se hagan sin presupuesto y recursos y que las apariciones del monstruo tengan un toque artesanal y violento. Parece que New York, otrora meca del cine americano y paraíso de la contracultura, ha quedado reducida al polvo.