Drama en la que dos parejas se cruzan y engañan en la ciudad de Londres. Adaptación de la obra teatral de Patrick Marber. ¿Qué tenemos? Un veterano director americano de prestigio extinguido que reúne a cuatro figuritas de Hollywood con ganas de Oscar para adaptar una obra de diálogos con palabras subidas de tono y una fotografía colorida que acentúa el artificio. ¿Qué desearíamos? Que las transiciones entre escenas no dejaran tantos baches, que los actores se saquen la máscara e interpreten los personajes, que el sexo del que hablan se traduzca en imágenes y que en vez de marionetas las parejas sean modelos actuales de algo. La película queda muy desarticulada por la ausencia de sentido del humor e ironía. A merced del valor intrínseco de cada escena y el aporte personal de cada actor. Solamente se destaca la ingeniosa presentación de los personajes en la primera media hora, algún gesto de Natalie Portman, alguna frase de Clive Owen y el esfuerzo de Jude Law. Después se estanca en rutinarias discusiones sobre el amor y la fidelidad que nada aportan, descubren o dicen.