Drama criminal en el que un joven traficante de droga negro es sospechoso de un asesinato que su hermano se adjudica en Brooklyn, New York. Más allá de los molestos efectismos (fotografía de videoclip, colores saturados, constante uso de canciones) que dan la impresión de que Lee no quiere dejar la película tranquila, hay un poderoso retrato de personajes y de ambientes que muestra un conocimiento de la vida en las calles. El retrato de los personajes es impecable, desde los criminales regidos por la hipocresía y los falsos códigos, hasta los policías en los que es difícil distinguir el deber de la desidia.