Comedia musical en la que un joven vive con su madrastra que da un baile de recepción para una princesa europea de visita en Los Angeles. Cuando Frank Tashlin tiene tiempo para explorar los gags visuales saca un enorme provecho de Jerry Lewis. La escena en la mesa de 20 metros de largo es un claro ejemplo de ello. El cambio de sexo no agrega demasiado a la historia de la cenicienta, pero se ve un poco comprometida en la parte final. Incluso un hada hace una breve aparición. La madrina entonces ahora es un hombre. La victimización llega allí, porque Lewis sirve al humor slapstick. Un decorado inmenso y una gran banda de música tratan de animar el baile del final, pero no pueden conectar ni con el personaje ni con la historia. Uno duda hasta qué punto es efectiva la maniobra, pero lo cierto es que el dúo Tashlin/Lewis apunta a un tipo de películas más orientado a la familia que las sátiras de mediados de la década de 1950.