Melodrama en el que dos historias, una de un policía y una delincuente que se conocen en un bar y otra de un policía enamorado de una camarera, se cruzan en las calles de Hong Kong. Wong Kar-wai intenta romper con el automatismo estilístico entre el qué y el cómo en una auténtica búsqueda de formas más libres. Es que ante la imposibilidad de modificar la realidad, manifestada en todos sus personajes, el énfasis está puesto en encontrar nuevos puntos de vista. En ese sentido es uno de los pocos cineastas que todavía puede llamarse moderno.