Documental sobre China en medio de la revolución cultural de Mao. Sin agitar ninguna bandera o panfleto, Antonioni va a China a filmar los rostros, las calles, las fábricas y el campo. Podemos ver la majestuosidad, la pobreza y el orden de un país que a resulta a la vez extraño y común, cercano y lejano. Los dos segmentos que se llevan la atención son el parto por cesárea asistido con técnicas de acupuntura y la actuación de acróbatas y malabaristas en el circo.
El film es la única incursión en el largometraje documental de Antonioni. Como parte de un encargo de la televisión italiana y el gobierno chino, Antonioni recorre el país asiático con la mirada de un extranjero fascinado pero al mismo tiempo extrañado por lo que se sucede delante de sus ojos. Esa distancia es totalmente asumida por la película. Las intervenciones del narrador son esporádicas. A medida que avanza la película se hacen más espaciadas aún. La cámara al hombro insiste en panorámicas, zooms y travellings. Antonioni reconoció que por una cuestión de calendario estaban obligados a filmar muy rápido. A veces conseguían ochenta tomas por jornada. Hay una manifiesta decisión de centrarse principalmente en el pueblo antes que en la geografía, los monumentos o la organización política. El documental recorre plazas, calles, fábricas, escuelas, granjas, grandes ciudades, pequeños pueblos, la muralla, el puerto de Shanghai, un templo budista, un circo, bares, hospitales, pero nunca pierde de vista a los seres humanos que los transitan o habitan. El gobierno chino no quedó muy contento con el resultado final. Lo que habla bastante bien de Antonioni, que hizo en continuado un film en Estados Unidos y otro en China, y en ambos fue acusado de hacer una película anti americana y anti china.