Secuela de Che: Part One (2008) en la que el Che Guevara continúa la lucha armada en Bolivia en 1966-1967. Soderbergh continúa su excursión revolucionaria con un ritmo más pausado, una narrativa más lineal y la certeza cercana del final. Sin alardes técnicos, frases altisonantes o escenas de acción, se imponen la preocupación realista, el tono cercano al documental y las actuaciones despojadas que son la mayor virtud y el peor defecto del film. Porque la duración se excede, la estructura se resiente y la introspección se extraña. Así quedan desdibujados las cuestiones políticas y el retrato del personaje. Formalmente, los pequeños movimientos de la cámara al hombro, el ocasional uso de la música extradiegética y la poca progresión del montaje no ayudan a enriquecer la propuesta. La resolución en cámara subjetiva y la última imagen de Fidel en flashback es tan simple como inobjetable. Soderbergh limpia un poco los manierismos y las concesiones de la primera parte, pero sigue sin comprometerse.