Drama en el que un grupo de pilotos del correo aéreo de Newark, New Jersey vuelan. Howard Hawks hace su tercera película sobre la aviación y ya logra ensamblar muchos de los temas y arquetipos de sus films con una asombrosa facilidad: la formación de un grupo, la presencia del peligro, el conflicto de la responsabilidad, las relaciones sentimentales. De hecho la película es un ensayo de su siguiente película de aviación, Only Angels Have Wings (1939), y tiene la misma rigurosa estructura delimitada que permite la dinámica de una comedia humana libre y que será el sello de su cine hasta el final de su carrera. También hay algo de Red Line 7000 (1965), en el sentido de que es poco lo que pasa narrativamente más allá de los coqueteos y la camaradería entre los personajes y la aparente desconexión entre el adentro y el afuera. Pero lo que ya distingue a Hawks, la fuente de su estilo es la importancia de lo que sucede dentro del cuadro. Hay pocos realizadores tan físicos, tan atentos a los gestos, las miradas, los cuerpos y el contacto de los actores. Pero no lo consigue a partir de una dirección de actores obsesiva, perfeccionista y detallista. Sino que sabe guardar siempre la distancia justa. Al no recurrir a ningún panfleto moralista, político o discursivo sus películas siempre se prestan a las más ridículas acusaciones y a los juicios más facilistas. Pero hay que verlas estrictamente cómo lo que son: una realidad puesta en imágenes.