Drama criminal en el que dos hermanos aceptan cometer un asesinato para un tío para pagar unas deudas en Londres. Allen retoma las cosas (la gravedad de tono, los asesinatos de personas comunes y la trama de ascenso social) como las había dejado en Match Point (2005). Como si Scoop (2006) no hubiera existido. Pero más allá de que no haya sorpresas en cuanto a la visión pesimista de las cosas, a la naturaleza trágica de la historia y al anti romanticismo, no se pueden desestimar otras de las cualidades del film. Hay una consciente utilización de la elipsis (que acelera el ritmo narrativo y quita reflexión a los protagonistas), de la fotografía luminosa (para acentuar el lujo que enceguece a los protagonistas) y de la síntesis y la reiteración (que da al film un tono progresivamente más oscuro). Allen nos recuerda que los planes materiales, la influencia de la familia y la necesidad de ascenso siguen siendo la estructura de la sociedad. Cada vez más materialista. Tal vez Ewan McGregor y Colin Farrell sean los dos mejores actores británicos de su generación. Tal vez Allen tendría que abandonar la costumbre de hacer un film por año y hacerlos cada dos.