Vigésimo capítulo de la saga Bond que presenta a un nuevo actor interpretando al agente secreto británico. Adaptación de la primera novela de Ian Fleming sobre el personaje. Nuevamente es Martin Campbell el encargado de darle vida al personaje y de renovar una serie agotada como ya hizo en GoldenEye (1995). Si bien muchas elecciones provienen de la novela o del marketing (un perfil más duro y menos sofisticado del personaje, un principio de historia de amor, el protagonista muestra más flaquezas que virtudes), Campbell maneja con acierto el timing narrativo (más pausado que de costumbre), las destrezas visuales (la secuencia que abre el film), el sentido del humor (menos cínico y más irónico) y la paleta de recursos formales (fotografía en blanco y negro, imagen de video). Pese a lo que digan los puristas, Daniel Craig parece el actor más apropiado para interpretar a Bond en la época que corre porque conserva el espíritu de la década de 1960 sin afectación. Es una lástima que la resolución ya nos avisa que este film sólo fue un aprendizaje y que Bond será siempre igual. Tal vez el llamado de atención que significó xXx (2002) tuvo que ver con el cambio de perfil de la saga.