Aventura caníbal en la que un antropólogo lidera una expedición de rescate de cuatro documentalistas americanos perdidos en la selva del Amazonas y encuentra la película de lo que filmaron. El subgénero del canibalismo alcanza su veta más original y autorreferencial. El film está dividido en dos partes. La primera, la búsqueda en la selva, resulta efectiva porque plantea una mirada antropológica a la vez funciona como thriller y film de aventuras. La segunda, la proyección del film de los documentalistas, tiene la estética que más tarde adoptó The Blair Witch Project (1999) e intenta superar todos los límites en cuanto a la descripción del horror y la violencia en el cine. Dentro de los excesos (muertes reales de animales, canibalismo explícito, violaciones, sacrificios y abortos forzados), cobra sentido la sana ironía que propone Deodato y la abierta crítica a los falsos documentales y al periodismo sensacionalista.
Deodato pone fin al subgénero del canibalismo en el cine al invertir la fórmula habitual de estos films: muestra al hombre blanco como el auténtico monstruo. Pero a decir verdad, su película funciona mejor en la primera parte que en la segunda. La muerte del primer animal delante de la cámara y la escena en que los personajes deben ser testigo del sacrificio ritual de una mujer tienen un impacto y un realismo que el resto del film carece. Porque después, las imágenes del documental encontrado lucen demasiado falsas. No sólo en las escenas de violencia, sino en cuanto al retrato de los personajes, sus relaciones y actuaciones. Tal vez tenga que ver con que a estas alturas ya estamos demasiado acostumbrados al horror con cámaras en primera persona. Pero, por ejemplo, los psicópatas de una película repleta de limitaciones como The Last House on the Left (1972) todavía lucen mucho más auténticos.