Comedia dramática en la que un joven se muda a Los Angeles, consigue trabajo con su tío agente de Hollywood y se enamora de su bella secretaria en la década de 1930. Woody Allen afronta un proyecto un poco más ambicioso de lo habitual para lo que nos tiene acostumbrados en su última etapa. Ya sea por el retrato de época, por el triángulo amoroso o por el arco temporal de la trama. Pero el guión mecánico y esquemático hace que todas las escenas sean filmadas y rodadas al mismo ritmo. Ni aun cuando incluye un primer plano puede extraer algún afecto de los personajes o del relato. Allen rehúsa a entrar en la imagen tiempo. Las escenas que se pretenden cómicas de la familia del protagonista y la trama de su tío mafioso no son más que llenadoras de espacio, aun cuando la duración del film apenas supera los 90 minutos. Kristen Stewart y Jesse Eisenberg se reencuentran después Adventureland (2009), con una dinámica similar en la relación de sus personajes, pero ninguno de los dos pueden trascender sus tics habituales. Steve Carell sorprende en el rol del agente de Hollywood, pero se nota que su papel estaba pensado para Bruce Willis. La fotografía de Vittorio Storaro se luce, pero da la impresión de que Allen no puede sacarle todo el provecho. La resolución amarga es una marca de fábrica de Allen.