Drama en el que un joven solitario se enamora de una chica que acaba de pelearse con su novio en Paris. Carax reduce la excusa argumental a lo mínimo: un robo, el título, una fiesta. Pero su mirada casi surreal de lo cotidiano, el poder visual del cine mudo y una sensación muy nouvelle vague llevan la premisa a otro terreno. Destacar cómo se cuela el tedio y la alienación urbana en la escena del pinball y cómo la historia de amor se construye en pequeños detalles. En este film podemos ver claros signos de la década de 1980.