Cuento de terror en el que unos jóvenes quieren abrir una disco en una casa abandonada en la que reside un fantasma que busca venganza en una ciudad de los Estados Unidos. La película mezcla el blaxploitation de la década de 1970 con el slasher fantástico de la década de 1980. La excelente fotografía, el uso de los colores, la ambientación en un castillo neo gótico y los efectos digitales que no abusan de lo digital le dan un look oscuro, perturbador e inquietante. Pero la película choca contra un guión demasiado esquemático y previsible. Los flashbacks ambientados en 1979 que interrumpen son introducidos de forma muy previsible. Y una vez que el fantasma revive y empieza su venganza, más formulático aún se hace. Además trata de conjugar una algo simplista lectura política sobre los cambios en la comunidad negra (la década de 1970 festiva y colorida en contraposición con la actualidad marginal y oscura) con un sentido del humor bizarro (escenas gores y cabezas parlantes) que, si bien no molesta, tampoco es tan efectivo. El excelente uso de las sombras en el fondo y la sangre bien roja y espesa no hace más que remitir al cine de terror italiano. Lo que podría haber sido apenas una versión negra de A Nightmare on Elm Street (1984), Dickerson trata y logra de enriquecer la propuesta.