Secuela de The Blues Brothers (1980) en la que un músico que sale de la cárcel vuelve a unir su banda para salir de gira por los Estados Unidos. Landis retoma el concepto del original sin John Beluschi ni que nadie se lo pida. El resultado es casi catastrófico. Porque Dan Aykroyd no es gracioso, el reclutamiento de músicos tedioso, las persecuciones rutinarias la puesta en escena pedestre, la subtrama de la mafia rusa ridícula en escena pedestre, los números musicales forzados, es muy poco lo que tiene para ofrecer. Pero aun así la mecánica de la road movie siempre depara sorpresas, Landis busca el gag visual, la música después de todo no está mal y el desparpajo de la historia es resonante. Sabe que la falta de pretensiones siempre invita a la simpatía. Landis sigue la curva descendente de su obra en la década de 1990. Parece mentira que no pueda adaptarse a los tiempos de la grosería escatológica.