Tercera parte del superhéroe de la ciudad Gótica en la que se enfrenta a The Riddler y Two-Faces. Esta secuela tiene como principal atractivo la aparición de Robin y los cambios en el reparto. Si bien el film mantiene la oscuridad de sus predecesoras y cumple con el requisito de la espectacularidad (más por cansancio que por habilidad), el resultado final queda muy lejos de los dos films de Tim Burton. Ya sea por la ridiculización de los villanos (lo peor) o por las derivaciones de ciencia ficción de la trama, a partir de un dispositivo que controla la mente de las personas a través de la televisión.