Comedia en la que un empleado que testea la calidad de los productos en New York se ve envuelto en la revolución de un país de Sudamérica. El film es una hilarante sucesión de ideas y gags que se acumulan con una velocidad no exenta de ingenio e inteligencia. Se combinan el humor físico, la parodia, la sátira, la genialidad de los diálogos y la cita cinéfila. Si bien Allen todavía es un director desprolijo, el segmento en el país de Sudamérica es más flojo que el de New York y el acercamiento a la coyuntura política es tímido, deja en claro que el eje de sus historias es la relación con las mujeres. En ese sentido sus films son ejercicios de confesión.