Comedia romántica en la que un comediante de televisión recuerda su relación con una actriz publicitaria en New York. A la naturaleza episódica de la historia, a la velocidad e ingenio de los diálogos y a las constantes referencias culturales e intelectuales Allen logra agregarle un elemento hasta ahora ausente en su obra: la dimensión humana y afectiva (por ejemplo, en la charla en el balcón del departamento de ella). La fotografía está en función del relato (por ejemplo, la luz enceguecedora de Los Angeles). Sin embargo queda preso de residuos del síndrome de Pigmalión poco creíbles y de una idea del amor más posesiva y fría que obsesiva o desdramatizadora.