Tercera parte de Alien (1979) en la que Ripley llega a un planeta que sirve de prisión y aparecen los alienígenas monstruosos en el siglo XXII. El film recupera el formato policial y la atmósfera espesa del original, luego de los excesos de acción de James Cameron en el segundo capítulo. Si bien el abuso de planos contrapicados y de las luces blancas de la fotografía molestan un poco, Fincher da algunas muestras de su talento en el dibujo de los personajes y en la progresión narrativa. El personaje de Ripley, de vuelta de todo y con un carácter híbrido, cobra más importancia que los capítulos anteriores y resulta más importante que los propios aliens. Por eso el enfrentamiento final, las muertes, los sustos y el sacrificio de la resolución carezcan de impacto. De todas formas se impone la atmósfera barroca y decadente, el uso del espacio que hace Fincher y el tono de cuento gótico. Para destacar algunos golpes gore de los primeros asesinatos y lo poco que muestra a los aliens gracias a unos efectos especiales bien escondidos. Fincher conoce el género.