Film de episodios que narra cuatro historias de amor unificadas por un director de cine que viaja por Europa buscando relatos. En cuanto a los segmentos, resultan mejor el primero (una pareja que se reencuentra) y el cuarto (la chica que va a la iglesia) que el segundo (un encuentro casual) y el tercero (el marido infiel). Es extraño ver cómo el cine de Antonioni que era vanguardia en la década de 1960 ahora es cine de resistencia. Pese a que en este caso el ritmo visual y narrativo es un poco diferente y a que los postulados están más mencionados que explorados, la película es una digna despedida de Antonioni.
El film es una suerte de recopilación de temas y motivos recurrentes en el cine de Antonioni. Adapta libremente algunos relatos de su libro Quel bowling sur Tevere (1983). Como los créditos aclaran, Wim Wenders sólo se encargó del prólogo, del epílogo y de las transiciones entre episodios (algo que se nota en la utilización de los fundidos, del teleobjetivo y de U2 en la banda sonora en esos fragmentos). Más allá de la disparidad de los episodios y de un extraño (para Antonioni) uso excesivo de la música en algunas escenas, el film vuelve a mostrar su virtuosismo en el uso de los travellings, en las entradas y salidas de personajes del cuadro y en la utilización del color (en especial en el último segmento) y de los espacios cualquiera (el departamento vaciado por la esposa en el cuarto episodio). Como en Identificazione di una donna (1982), hay un director de cine que viaja en busca de historias e imágenes para sus películas, pero como en I vinti (1953), la estructura episódica no encaja del todo en los tiempos muertos y el retrato de los personajes. Aún así, el film es un digno testamento de la obra de Antonioni, asumidamente anacrónico pero a la vez extrañamente contemporáneo, que muestra la resistencia de un tipo de cine cada vez más raro de ver en la actualidad.