Comedia dramática de fantasía en la que una muñeca inflable cobra vida en Tokyo. Adaptación del manga de Yoshiie Goda. La trama no se preocupa en justificar su costado fantástico y el film se desarrolla como una fábula inocente con cierto tufillo a Amélie (2001). Si bien hay algunos bellos momentos (cuando la protagonista observa la ciudad desde la ventana de su departamento, cuando su compañero de trabajo la infla ante una falla en su traje), el planteo no se sostiene por las más de dos horas de duración. La película ensaya cierta reflexión sobre el vacío y lo desechable, pero se “desinfla” en la ingenuidad de su protagonista. Los personajes secundarios son apenas ilustrativos y los montajes paralelos que los muestran en continuado cada tanto son lo peor que ha rodado Koreeda en toda su obra. Es un recurso que se utiliza para dar la impresión que el narrador se preocupa por los personajes, cuando en realidad no pueden importarle menos. El realismo mágico no es un género que se lleve muy bien con el cine porque es una redundancia: el cine ya es realismo mágico.