Cuento de terror en el que dos niños se pierden en una cueva, vuelven al día siguiente, pero sus padres sospechan que algo les pasó en Tijuana. Bogliano se muda a México, tal vez como paso previo hacia los Estados Unidos (su incorporación a The ABC of Death (2012) también anuncia ese camino) y continúa el proceso de maduración de su cine. La trama seria combina en partes iguales drama familiar y posesiones satánicas, pero que juega más con la sugerencia y hace un excelente retrato de personajes. Todavía falta depurar algunas cuestiones porque, como todo splatter packer que trata de ampliar su horizonte o limpiar sus antecedentes, la cuestión del estilo (o mejor dicho, de la falta de variantes en el estilo), es un atenuante. Ahí tenemos el prólogo gratuito carente de toda continuidad, la cámara temblorosa, los efectos sonoros y las luces parpadeantes como únicos recursos para perturbar cada tanto al espectador y recordarle que está viendo una película de terror contemporánea. En vez de dejarse llevar por las formas y los elementos de la naturaleza, Bogliano todavía sigue anteponiendo el manierismo detrás de la cámara para construir el terror.