Historia de amor de un joven aristocrático y la amante polaca de un conde mayor que él en Francia a fines del siglo XVIII. Jacquot adapta la novela homónima de Benjamin Constant, pero no logra penetrar en la mente y las emociones de los personajes o la naturaleza trágica de la historia. Tal vez tenga que ver con lo dificultoso de la adaptación. La novela, narrada en primera persona, prácticamente carece de diálogos, pero tiene muchos cambios de ánimos y sentimientos del protagonista hacia su amada. O tal vez tenga que ver también con la elección del reparto. Ni Isabelle Adjani, ni especialmente Stanislas Merhar parecen cómodos en sus personajes. La fotografía de Benoît Delhomme luce bien sin arreglos digitales de colores, la reconstrucción de época es impecable y la banda sonora encuentra un apropiado leitmotiv. Pero esos son los únicos méritos de una película cuya puesta en escena deviene demasiado fría y calculada. Sólo el detalle de una escalera caracol en una escena de transición es capaz de comentar el destino de la pareja protagonista.