Drama en el que tres hermanas huérfanas viven solas en una casa a las afueras de Buenos Aires. La figura de Lucrecia Martel empieza a abrir surcos en el cine argentino. Diez años después de su ópera prima siguen apareciendo films y directoras que exploran ese camino. Como siempre el planteo remite en puntas de pie al minimalismo es Bresson (el ruido de la puertas), a la estilización Akerman (la cotidianidad) y a los climas de Antonioni (los silencios). Pero esta vez la construcción del espacio resulta ejemplar (la cámara rara vez sale de la casa, la constante sensación de vacío, la soledad y el aislamiento de las habitaciones). Algunos reparos en el personaje masculino muy deslucido, en la inclusión no muy feliz de las canciones y en algunos momentos que tratan de forzar la emoción empañan el resultado final. Pero aun así Mumenthaler puede ser un nombre a tener en cuenta.