Drama en el que una geisha toma una aprendiz de 16 años que perdió a su madre en Kyoto. El estilo de Mizoguchi favorece la continuidad de planos y espacios. Arribamos a imágenes de una inusitada belleza sin saber cómo llegamos ahí. En ese sentido, el plano/contraplano de la pareja protagonista al final es capaz de resumir el sufrimiento y la compasión de la película en un par de gestos.
