Comedia dramática policial en la que un tímido escritor es acusado del asesinato del editor de la revista semanal donde trabaja en Paris. Si bien la película por momentos abusa de los diálogos (cortesía de Jacques Prévert), Jean Renoir da muestra del virtuosismo en el uso de las grúas y el manejo del plano secuencia en un par de momentos inspirados. Y nunca condena al protagonista por su clara posición comunista y anticapitalista.