Mezcla de thriller y road movie en el que varios automovilistas viajan por la carretera mientras un asesino serial mata mujeres en los alrededores de Ozona, Texas. El film es una pequeña sorpresa que pasó desapercibida pese al buen reparto de actores y a una banda sonora repleta de R&B. La película escapa de los cánones habituales del género y a las soluciones más convencionales. Si bien al principio el retrato de perdedores y marginales, la selección de canciones viejas y la presencia de Robert Forster pueden hacer pensar que estamos cerca del esquema noir de los hermanos Coen o Tarantino, rápidamente escapa de esa sensación para internarse en caminos más estimulantes. Es que estos personajes descreídos e impotentes hacen que la muerte y el asesino sean algo tan accesorio como necesario e inevitable. Al film no lo interesa en lo más mínimo jugar con la identidad del asesino o recurrir a efectismos en la puesta en escena, por lo que opta por una resolución simple y paradójica. La imagen del lobo acercándose al cadáver en el auto en el prólogo, el tono melancólico puntuado por los constantes cambios de personajes y los planos de los parlantes en la escena de la charla por radio muestran la habilidad de Cardone para conducir el relato. La película es un producto a contracorriente del psycho thriller y del film noir contemporáneos. Tal es así que cuesta encontrarle un público.