Comedia de terror en la que un vendedor de antigüedades sacrifica mujeres para rendir culto a un ídolo africano en Londres. La psicopatía de Jack Palance da más para la risa que para el miedo. Del resto de los personajes, el asistente tonto, el detective rudo y las prostitutas decadentes, mejor no hablar. En demasiados momentos la insipidez del film se hace insoportable. Los cuatro asesinatos resultan flojos por la planificación artificiosa.