Cuento de terror en el que una mujer recién casada empieza a comportarse de manera extraña cuando se muda a la casa que era de sus padres en Maryland. Sánchez hace un film mucho más serio y ambicioso que sus dos anteriores productos de terror de clase B. A partir de la lógica del melodrama, trata construir un horror más real y cotidiano. En el medio incluye una cámara de video subjetiva que rompe la linealidad de la historia. En muchos pasajes el montaje altera la continuidad temporal de las escenas para significar la desconexión de la protagonista con la realidad. Pero la ambigüedad y la contención con que Sánchez narra la historia terminan siendo su principal virtud y defecto. Por un lado mantiene la coherencia del punto de vista y deja lugar para múltiples interpretaciones, pero por otro lado nunca logra entrar de lleno al personaje y las explosiones de terror carecen de efecto.