Cuento de terror en el que una chica es poseída por el espíritu de un estudiante muerto hace treinta años y busca venganza contra los hijos de quienes causaron su muerte en una universidad de Estados Unidos. DeCoteau utiliza por primera vez una fotografía en video y la verdad es que no se notan mucho las diferencias. Hace un film más convencional, más guiado por la trama que por los efectismos, las poses, los ralentíes o los fogonazos blancos. Por momentos acierta y por momentos flaquea. La transformación de la heroína de chica nerd a chica popular no puede tomarse muy en serio, pero algunas escenas están bien resueltas (la universidad vacía durante las navidades, la fiesta improvisada en la habitación de una de sus compañeras). La música electrónica de Joe Silva resulta irresistible por sus canciones. El homoeroticismo habitual de DeCoteau está vez está tamizado por una mirada femenina. Los muertes accidentales tampoco pueden tomarse en serio. Pero la fiesta final está bien montada (increíblemente para un film de DeCoteau ¡hay extras!).