Cuento de terror en el que un grupo de estudiantes se muda a un hospital abandonado para ahorrar gastos y son atacados por un monstruo demoníaco en Los Angeles. El film tiene una buena premisa (mezcla de monster movie y slasher adolescente), pero sólo se queda en las intenciones. Una vez que quedan perfilados los unidimensionales personajes (la chica buena, la feminista, el autoproclamado líder, el chico bueno, el homofóbico, la tímida) con cuerpo de modelos, teléfonos celulares y notebooks ya sabemos hasta en qué orden van a morir. El monstruo tiene dos cabezas, busca cinco víctimas y puede traspasar las paredes. Los asesinatos acusan una falta de elaboración alarmante. La más importante falla del film es que no aprovecha la llegada de la protagonista a un lugar extraño para construir algo parecido a una progresión del terror. Más allá de la planificación casual de algunas escenas y del uso de fundido en negro, todo se resuelve de una forma tan rápida como convencional. Pero bueno, tampoco se puede pedir mucho a un film rodado en seis días. El único aporte atractivo es que las víctimas son avisadas por carta de su inminente muerte. DeCoteau trata de apuntarse al fenómeno Scream (1996). Ya tendrá tiempo para crear su estética propia.