Giallo en el que un periodista investiga una serie de asesinatos en una compañía farmacéutica de Roma. Si bien el punto de partida resulta atractivo (un ciego que escucha una conversación en la calle), visualmente Argento toma más riesgos (abundancia de planos subjetivos y detalles de los ojos) y hay un par de secuencias de terror bien logradas (la del cementerio especialmente), la película falla por la acumulación de lugares comunes del guión (ciego súper inteligente, persecución en auto, el romance del protagonista con Catherine Spaak), por la falta de simpleza y por el exceso en la duración. El juego por la identidad del asesino se agota mucho antes de su revelación.