Cuento de misterio en el que el hijo de un militante de la resistencia asesinado 1938 viaja al pueblo de su padre en el norte de Italia para investigar las circunstancias de su muerte. El film es una de las películas más contemplativas y menos narrativas de Bertolucci. Ni los personajes ni los flashbacks aportan muchos datos para resolver el misterio. La excelente fotografía de Vittorio Storaro se luce en los largos planos generales y en los suaves travellings laterales. Como Ford, Bertolucci no se propone redefinir la historia, sino imprimir el mito y la leyenda.