Drama en el que un niño que toca el violín se hace amigo de un obrero que maneja una aplanadora en Moscú. Con este film, Tarkovsky da un salto cualitativo (respecto a sus cortos anteriores) en cuanto a la belleza de las imágenes, el uso del color y el manejo de los tiempos del montaje. Sin embargo ya surge una tendencia hacia el simbolismo (la fusión del arte y del trabajo) que empaña un poco al producto.