Biopic de Juana de Arco desde su encuentro con el futuro rey Charles hasta su primera batalla ganada en Orléans en 1429. El enfoque insólito del film niega todo tipo de épica. Todas las escenas son largos planos generales con unos pocos movimientos de cámara que siguen a los personajes. Como si Rivette no quisiera intervenir. Sólo en el final, con la recreación de una batalla tan austera como sorprendente y el llanto de la protagonista al recibir una herida, logra conmover.
La encarnación de Jeanne que hace Sandrine Bonnaire sostener todo el peso del relato a través de su decisión y vulnerabilidad. No se trata de reflejar la creencia o de mitificar al personaje, sino de mostrarlo en su más inmediata realidad, basándose pura y exclusivamente en los hechos testimoniados. De esta forma la risa, la inocencia, el llanto y la violencia hacen su aparición en toda su desnudez. Pocas escenas pueden ser más sobrecogedoras, pueden hacer sentir tanto el filo de un arma, como el final cuando Jeanne recibe una herida en el hombro.