Film de acción y fantasía en el que una chica encerrada en una clínica psiquiátrica escapa a un mundo de fantasía. Por primera vez Zack Snyder no adapta un material ajeno y deja en claro la pobre imaginación de su concepción de cine. Luego de un comienzo con un intento de violación filmado como un videoclip, con una utilización de canciones remixadas olvidables, con unos nombres de las protagonistas como Baby Doll, Sweet Pea, Rocket o Blondie y con un psiquiátrico convertido en un burdel PG-13, el film se interna en una sucesión de escenas de acción imaginarias a cual más inocua. Porque las trencitas de protagonista parecen salidas de un video porno, los efectos visuales parecen sacados del peor videojuego, el diseño del vestuario y de los decorados no puede ser más kitsch y el chiste en off visual del baile de la protagonista no funciona. Lo que podría haber sido un relato cargado de violencia y fantasía se convierte en un rutinario ejercicio de indulgencia. De a poco Snyder se ha ido enterrando al borde de la categoría intelectual de un Michael Bay.