Comedia dramática que narra las historias paralelas alrededor de la filmación de una película en Hollywood durante 24 horas. El film es otro de esos experimentos autoindulgentes de bajo presupuesto con los que Soderbergh nos tiene acostumbrados para variar sus superproducciones para Hollywood. De vez en cuando se escuchan diálogos inteligentes, algunas situaciones se roban una sonrisa y se advierte la reflexión sobre la realidad y la ficción, pero la sensación general es que no se sabe bien para qué (los actores tampoco parece que tampoco lo saben). El contraste entre la película filmada (una historia de amor interracial de un actor negro y la periodista que lo sigue, que arranca bien pero luego se diluye) y las historias reales (un matrimonio en crisis, una masajista que busca pareja y un actor de teatro que interpreta a Hitler, aderezada con fotografía granulada en video, jump cuts, zooms y voz en off de los personajes) no es más que un simple capricho. Por momentos el film juega con la confusión de realidades (cuando los personajes de la película entran en la fotografía en video) como si se creara una tercera dimensión, pero la idea se queda sólo en eso. Los problemas se hacen más evidentes cuando hay que terminar el relato del film. De allí que la muerte salida de la nada, la reconciliación y el nuevo comienzo resulten insignificantes. Si realmente tendría algo que decir o mostrar, Soderbergh lo diría o lo mostraría muy bien.