Comedia dramática en la que un escritor negro de una gran cadena de televisión crea un programa que resalta los estereotipos raciales al pintar la cara de los actores negros de negro en New York. Luego de haber perdido su lugar como cronista oficial de la comunidad negra en el cine, Spike Lee vuelve con una propuesta más radical y provocativa. La idea no estaba mal. La sátira de los medios de comunicación toma como modelo a Network (1976). El recorrido por la imagen del negro en el espectáculo a lo largo de la historia muestra cómo se crea un mito y se le apropia la identidad. En ese sentido, el discurso de Lee (¡por primera vez!) resulta coherente e irreprochable, casi marxista, en la búsqueda del origen y la venta de la fuerza de trabajo. Pero hay dos fallas, la narrativa dispersa (que a veces se toma a los personajes demasiado en serio y otras alterna pequeños fragmentos intrascendentes) y la elección del formato digital (por obvias razones presupuestarias), que resienten considerablemente el poder de la sátira y la cohesión del guión, especialmente en el último tercio. Igualmente el montaje de escenas de películas, cartoons y series de televisión que muestran caracterización del negro a lo largo del siglo XX es lo suficientemente elocuente como para valer la película. El film es otro caso de ideología mareante como Fight Club (1999) o Any Given Sunday (1999), pero en este caso con peso propio.