Aventura de ciencia ficción en el que un niño sueña con dos superhéroes en Texas que vienen a buscarlo para salvar a su planeta. Parece que a Robert Rodriguez le gustó tanto su saga de Spy Kids (2001-2003) que continua en el género infantil y familiar, le da la posibilidad a su hijo de siete años de escribir el guión y sigue experimentado con el formato 3D. Pero esta vez la historia carece de un mínimo de sustento, los efectos visuales lucen precarios y la puesta en escena no encuentra un mínimo contacto con la realidad. En este caso el target es limitado. Tal vez porque los personajes ridículos impiden todo giro autoconsciente, porque los actores tienen muy poco para aportar o porque ninguno de los rubros técnicos se luce. O simplemente porque se trata de un capricho que no cuesta nada financiarlo. Extraños caminos ha tomado la obra de Rodriguez. Todavía esperamos otro giro.