Comedia dramática en el que un adolescente consigue un papel en una obra de Shakespeare dirigida y protagonizada por Orson Welles en New York en 1937. Richard Linklater se mete en el mundo del teatro y, luego de algunos proyectos fallidos, recupera un timing narrativo que lo acerca a una cierta idea de transparencia que es tan difícil de alcanzar para los directores contemporáneos. Es que tarde o temprano los grandes autores del cine americano se enfrentan al problema de la historias. ¿Qué hacer con las historias? ¿Cómo contar nuevas historias? A partir de Welles, Minnelli, Fuller, Ray y más tarde Cassavetes, Scorsese y Jarmusch, la cuestión resulta ineludible. Estos autores deben dar respuestas alternativas, provisorias o conciliadoras a un problema que acosa a todo el cine desde la modernidad, pero que los americanos pocas veces se han planteado siquiera enfrentar. Si los italianos encontraron el neorrealismo, los franceses la autoconciencia y los alemanes las potencias de lo falso, los americanos tomaron estas lecciones para aplicarlas en la última década prodigiosa (1970), pero no pudieron refundar el cine americano bajo un nuevo paradigma. ¿A qué viene esta deriva? En la película de Linklater hay algo de Jean Renoir, hay una apuesta al realismo, hay algo de las potencias de lo falso, hay un juego con la teatralidad, pero todo conciliado por el idealismo. Si Truffaut ya había intentado algo parecido en cuanto a la fusión de lo clásico y lo moderno, a Linklater todavía le falta el costado mórbido del director de L’histoire d’Adèle H. (1975). Formalmente la película de Linklater opta por una paleta de colores demodé, por el scope le da un toque más moderno y por una banda sonora jazzera que establece un puente con el cine de Woody Allen. En el recuerdo quedan la secuencia del estreno de la obra que muestra el cambio de gesto de todos los actores (ahora mimetizados con Orson Welles) y la escena de la fiesta después del estreno, resuelta en plano secuencia, en la que todos los actores continúan el juego del teatro de la vida tomando un papel completamente diferente al de los ensayos.