Psycho thriller en el que un asesino serial de prostitutas conoce una chica a la que no puede matar en Francia. La fascinación de las películas de Grandrieux proviene del hecho de que filma la ficción como un documental. La cámara siempre en un lugar incómodo, las violentas elipsis narrativas y una extraña continuidad sonora intentan devolverle a las imágenes su poder expresivo original. En esa búsqueda constante hay ocasionales fugas hacia lo desconocido (niños horrorizados por lo que observan en la pantalla de una sala de cine, la cámara que se detiene en el horizonte durante un viaje de auto) que construyen el sentido.