Policial en el que una delincuente mata a su antiguo jefe en Paris y debe escapar a Hong Kong. Assayas hace una nueva incursión en las posibilidades del cine de género, después de Demonlover (2002), en este caso con una propuesta mucho más fría, seca y minimalista. Ante todo el film es una rendición a su actriz protagonista, Asia Argento, ya desde la misma presentación, de espaldas para mostrar su tatuaje en la nuca, que interpreta a una empleada y traficante de poca monta, ex drogadicta, escort y espía que atraviesa un proceso de transformación a lo largo del relato. La película está dividida en dos partes: el reencuentro con su jefe ex amante adquiere tonos de melodrama negro con toques sado eróticos y la fuga en Hong Kong funciona como thriller de acción simple y concreto en el que Assayas despliega su “no estilo”. La película no hace más que expandir el viejo axioma de Godard de un film con una chica y un arma. La transacción que falla en Paris, el viaje en avión en el que se siente mal y el escape del edificio en Hong Kong no son más que eso: un retorno a lo concreto. Para algunos el problema de los films de Assayas es que carecen del chiste autorreferencial que lo acercaría al público actual más cómodo con los films de Tarantino o los hermanos Coen. Pero en esencia es mucho más respetuoso de los modelos clásicos que convoca más allá de que los recursos estilísticos que usa (cámara al hombro, música electrónica, montaje dislocado) están del lado de la modernidad. Un producto menor de Assayas que sigue un camino trazado con anterioridad. Allá quienes no quieran verlo.