Documental sobre el conflicto israelí-palestino en el que un equipo de filmación encabezado por Oliver Stone llega a Israel en marzo de 2002. La propuesta es modesta y humilde. Pedirle a Stone que proporcione razones, soluciones o conclusiones a un conflicto que lleva más de medio siglo es exagerado. Igualmente el film arroja luz sobre algunas cuestiones como el hecho de que actualmente las tierras sagradas no son tan importantes como la cuestión de la piel, la compra de armas que los palestinos hacen a los propios israelíes o el hecho de que hoy por hoy los palestinos aceptarían la frontera de 1967. Pese al alcance mucho menor de la propuesta, surgen inevitables comparaciones con Bowling for Columbine (2002), aunque Stone no se plantea hacer chistes como Michael Moore. En este caso Stone funciona más como periodista que como cineasta más allá de que ocasionalmente juegue con el montaje y utilice la música. Lo rescatable es que no recurre a imágenes shoqueantes o sensacionalistas. La violencia más grave la ejercen los hombres de traje. Formalmente, el problema con las cámaras digitales es que así sean operadas por los mejores directores de fotografía del mundo, la imagen todavía sigue siendo fea y despareja. El gran momento del documental es la entrevista con terroristas palestinos encapuchados en la que Stone muestra cierta capacidad como entrevistador y hace partícipe al espectador durante la llegada. El título hace referencia a Yasser Arafat contra el que despotrican todos los israelíes y se niega a dar la entrevista. Pero también puede referirse a Stone que se mete en un conflicto ajeno. Las nuevas tecnologías le dan la posibilidad a Stone de realizar pequeños ensayos sobre sus temas polémicos sin tanta prepotencia.