Comedia dramática en la que una escritora va acompañada de su hijo a visitar a su hermana a punto de casarse en una isla de Long Island. Baumbach hace una película incómoda que tal vez toma el camino menos fácil para lo que quiere contar, pero que finalmente llega al lugar que se propone. El humor surge en los momentos y en las situaciones más imprevistos y no es capaz de generar siquiera una sonrisa. Tal vez el espectador no la pase bien por momentos, pero en el recuerdo quedan algunos detalles que pintan de lleno a los personajes y a sus relaciones. El film arranca con lo que podría ser un acto fallido visual. El hijo (del que por su aspecto no sabemos si es un chico o una chica hasta más adelante) se confunde de asiento en el tren en el que va con su madre. Su sobre protectora madre no lo deja crecer: le tiñe sus bigotes incipientes para que no se afeite, no le deja usar desodorante, le deja dormir en su cama. Más tarde ella comete un acto fallido cuando se encierra en el baño y le dice que vaya con su madre (en realidad, abuela). La puesta en escena de Baumbach, con sus cámara al hombre y luz natural deja fuera de foco a ciertos personajes (el amigo de Margot con el que coquetea, la niñera que es su hija). Por momentos puede parecer a cierto cine de Cassavetes, pero la densidad dramática y las conflictivas relaciones familiares también remiten al universo de Ingmar Bergman.