Comedia dramática en la que dos empleados de un videoclub hacen remakes caseros de recientes películas conocidas de Hollywood en New Jersey. Gondry baja los decibeles, domestica un poco la historia y los personajes y realiza una comedia de buenos sentimientos. Si bien las intenciones son nobles (revalorizar las formas de hacer artesanales y poco costosas, la posibilidad de modificar la memoria o el comentario sobre la proliferación de remakes en el cine), todavía persiste en su cine cierta mirada condescendiente hacia los personajes, ya sea en los clientes que van a alquilar los videos, en Danny Glover que quiere salvar su propiedad o en los vecinos que se unen para hacer una última película. Tampoco ayuda la presencia de Jack Black (más insoportable que de costumbre). La trama de la remodelación del barrio y la aparición de los abogados de los derechos de autor que hablan de las limitaciones del guión. Visualmente hay poco para destacar más allá de los rayos de electricidad vintage y los videos caseros que son… exactamente eso. Las referencias a Ghostbusters (1984), RoboCop (1987), Driving Miss Daisy (1989) y Rush Hour 2 (2001) hablan del limitado acervo cinéfilo del público al que va dirigido el film. Gondry trata de diversificar su universo, pero una cosa es desde la originalidad y otra desde la conveniencia.