Drama en el que un productor de cine casado con tres hijas afronta problemas financieros en París. Hansen-Løve afirma las virtudes de su ópera prima, se acerca aun más al cine de Olivier Assayas y se confirma como una de las mejores apariciones del cine francés de los últimos años. A la pregunta de cómo filmar el horror y la tragedia, ofrece la respuesta más simple: de forma directa, sin subrayados, como una acción más. A partir de un realismo nada forzado, de un oportuno uso de la música y de un gran trabajo de las niñas actrices, retrata la pérdida sin afectación. Una vez que ocurre, los caminos se bifurcan: la esposa trata de terminar el trabajo inconcluso de su marido y la hija mayor descubre un pasado desconocido. En el camino encuentra imágenes (el protagonista que consuela al actor o la de la hija bañándose en una terma blanca), momentos (la hija caminando por la calle con un amigo o la de las tres chicas que van al cine) y escenas (la esposa que visita un set de filmación en Suecia o la salida de París en los créditos finales) de una belleza inolvidable. Hansen-Løve da un salto cualitativo hacia un cine puro e inteligente que nos deja expectantes.