Aventura en la que un misionero árabe acompaña a un grupo de vikingos en una peligrosa misión en el norte de Escandinavia en el año 922. Adaptación de la novela Eaters of the Dead (1976) de Michael Crichton. La película no se mete directamente en el fantástico, pero es una atractiva variación en el género de espada y brujería porque indaga en la idea de que las leyendas o supersticiones que crea el hombre responden a miedos bien concretos. Los Wendol son una tribu de caníbales con apariencia de osos que atacan con la niebla. De allí que se juegue con que son unos monstruos demoníacos. La trama combina viajes, aventura y batallas. La cámara inquieta trata de darle un look más real, pero la imagen distorsiona esconde más de lo que muestra. La ambientación decadente repleta de tormentas, suciedad y tonos grises resulta apropiada. Pese a todos sus ornamentos, el film se centra en emociones primarias y situaciones simples. Sabe que los indígenas son los auténticos protagonistas. En una de sus secuencias de asalto es capaz de resumir todo el terror que generan. Sin embargo en las escenas de batallas en donde se notan los problemas de producción que generaron el alejamiento de John McTiernan del proyecto y la filmación de escenas extras. Pese a que nunca sabremos qué fue lo que rodó McTiernan y cuáles fueron los cambios del estudio, The 13th Warrior no es para nada despreciable.