Policial en el que la familia de un vendedor de diamantes queda rehén en su casa de Louisiana por unos ladrones. Un director y una pareja de actores (Nicolas Cage y Nicole Kidman) en franca decadencia se ponen al frente de esta película con premisa de home invasion, pero en la que no hay nada de que temer. La ineptitud de los ladrones, los secretos que oculta el padre de la familia, los coqueteos en flashbacks de la madre (vestido blanco incluido) con uno de los ladrones que se hacía pasar por el limpiador de la pileta y la hija adolescente que entra y sale de la casa no se sabe bien por qué o para qué hacen del film un tedioso ejercicio en el que la falta de suspenso y de tensión dura noventa minutos.